La comunidad de Manisnioj está formada por 15 familias que viven en una extensión de cerca de
Hemos tenido la suerte de visitar este poblado detenido en el tiempo, en donde el aire está habitado por el sonido de los animales y los olores del monte, y la amabilidad y sabiduría de su gente se expresa en cada gesto. Conocimos el hogar de Doña Divina y su familia, donde fuimos cobijados durante la noche; y compartimos veladas de cena y almuerzo en casa de José Luis, con toda su familia: su mujer Mirta, los niños Leo, Ivo y José Ignacio, y el querible abuelo Rufino.
En la escuelita, a la que asisten unos 20 niños que comparten el aula y el maestro, fuimos recibidos con mucho cariño. Compartimos cuentos, la peli, y en el momento del juego, los chicos nos contaron un montón de cosas sobre los árboles y animales del lugar, nos enseñaron los nombres de cada árbol, y nos dijeron cómo son sus frutos y quiénes los comen.
Queremos agradecer al maestro Suárez, por abrirnos la puerta de su escuela, y a José Luis y su familia, por todo lo que nos han brindado. Y a toda la comunidad de Manisnioj, ¡muchísimas muchísimas gracias! Ha sido un privilegio conocerlos, y compartir su ancestral y sabio modo de vida, que Rufino no podría haber descripto mejor:
“El monte te da todo, y si lo sabés trabajar, no se acaba nunca”
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